Responde Fernando Imaz Marroquín, presidente de la Asoc. Gipuzkoana de Amigos del Camino y expresidente de la Federación Española de Asociaciones Jacobeas.
El Camino de Santiago ha quedado interrumpido una larga temporada cuando su proyección internacional y crecimiento había alcanzado cotas inimaginables años atrás, ¿volveremos a lo de antes o habrá algún cambio sustancial en la peregrinación?
Entiendo que volver a lo de antes sería un error, que tendríamos que aprovechar los condicionantes que nos impone la pandemia para tratar de dignificar las condiciones en que se hospedan/acogen a los llamémosles peregrinos en la inmensa mayoría de los albergues que hasta ahora han venido funcionando en los diversos caminos a Santiago.
¿Crees que, tras la crisis generada por la pandemia, deberíamos hacer alguna propuesta de peso para el Camino?, ¿en qué sentido?
Turismo/peregrinación
Ya que hoy en día, en mi opinión, hay muy poco de peregrinación y mucho de turismo, atendámoslos como a turistas en cuanto a las condiciones de los alojamientos, con espacios y servicios suficientes, con mucha higiene y limpieza.
Y con respecto a los que realmente están haciendo el camino como peregrinos, en absoluto les tiene que incomodar el disfrutar de unos alojamientos y servicios aceptables, con precios asequibles en consonancia con los albergues y servicios que se les ofrecen. Los que peregrinen a Santiago, durante su caminar pueden rezar, meditar, hacer ejercicios espirituales, visitar las iglesias… y disfrutar de una estancia agradable en el albergue. No son en absoluto incompatibles los turistas que van andando y los peregrinos.
¿Seguir con la internacionalización?
En función del tipo de albergues por el que nos definamos, los peregrinos/turistas se irán decantando. Si lo hacemos como hasta ahora, con albergues de donativo o de 6-8€, nos vendrán nuevamente montones de turistas baratos. Sí por el contrario, apostamos por albergues de una relativa calidad, peregrinos y turistas vendrán los que realmente tengan interés, y me es indiferente que sean nacionales o extranjeros.
Cantidad/calidad
Abiertamente opto por la calidad, entiendo que los albergues, con las condiciones más estrictas en cuanto a utilizar camas y no literas, mayores distancias y espacios, una cierta intimidad, mejores y más numerosos servicios, lógicamente tendrán menos plazas que los actuales, pero no por ello tienen que reducirse los ingresos de los albergues, simplemente que los que antes con 40 plazas cobraban a 6-8-10€, ahora, con 15 plazas cobren 20€. Cambiamos cantidad por calidad. Me decanto por los albergues tipo gîte d´etape, incluso reservando previamente el albergue, acaso con semanas de antelación.
Largo recorrido/corto recorrido
En este apartado tendremos un obstáculo casi insuperable con la Catedral de Santiago y la Xunta de Galicia, que optan por la cantidad. Lo deseable sería que la Compostela se la dieran a quién hubiera hecho el Camino completo, en uno o varios años, pero completo. En nuestros primeros tiempos a nadie se le ocurría hacer un tramo del camino, se hacía el Camino completo… y seguido.
¿Reconocer más caminos?
En mi opinión, hoy (y fui el que abrió el melón en 1988 con el Camino del Norte), ya que sería difícil reducir los existentes, lo dejaría como está, son más que suficientes. Actualmente uno puede salir de su casa y en pocos kilómetros enlazar con un camino existente.
¿Más oferta/Numerus clausus?
Por supuesto que aparentemente no se puede restringir la oferta, pero en Francia, sin ningún tipo de decreto, prácticamente está restringida: si no tienes reservadas las gitês d´etape, no te arriesgas a hacer el Camino, y cuando estás de hospitalero no lo pasas tan mal, no pudiendo acoger precisamente al que llega a última hora y es posible que en peores condiciones físicas.
Sin duda, el ámbito de la acogida va a ser el más afectado por todo lo que ha ocurrido, ¿cómo debería adaptarse la oferta a la nueva realidad?, ¿cuál consideras que puede ser el modelo más inteligente para el albergue del futuro?
Considero que en los anteriores apartados he manifestado mi preferencia por albergues con reserva, menos masificados, con servicios y espacios suficientes, independientemente de que sean privados o atendidos por hospitaleros voluntarios.
Los atendidos por hospitaleros voluntarios que no hagan una competencia desleal a los privados, que tengan también unas condiciones de alojamiento dignas, cobren igual que los privados y el beneficio resultante que se emplee en nuevos albergues o se destine a personas o colectivos que lo precisen, que desgraciadamente son muchos.
Sería interesante que hubiera una central de reservas de plazas en los albergues, a la que el peregrino/turista haya abonado previamente el importe del alojamiento, y los albergues que utilicen la central de reservas destinen un pequeño porcentaje para su mantenimiento.