Chove en Santiago
meu doce amor.
Camelia branca do ar
brila entebrecida ô sol.
Chove en Santiago
na noite escura.
Herbas de prata e de sono
cobren a valeira lúa.
Olla a choiva pol-a rúa,
laio de pedra e cristal.
Olla no vento esvaído
soma e cinza do teu mar.
Soma e cinza do teu mar
Santiago, lonxe do sol.
Ãgoa da mañán anterga
trema no meu corazón.
(Federico García Lorca)
Chove en Santiago es uno de los Seis poemas galegos que el poeta andaluz, publicó en 1935. Muchos conoceréis la interpretación musicada por Luar na Lubre, sin duda preciosa (www.youtube.com/watch?v=BI-Q8yBoV2o).
En un indisimulado homenaje a Rosalía, Lorca convierte la lluvia en un transmisor de la nostalgia y el desamor, pero la lluvia no tiene por qué ser triste. Pensemos, por ejemplo, la bendición que supone tras una sequía, o para un habitante del desierto. Quien ha llegado a Compostela ya sabe que la realidad está llena de matices, y que de toda experiencia se pueden sacar elementos positivos.
Algún peregrino nos ha trasladado su desencanto, ante el infortunio de haberle tocado lluvia a raudales en su estancia compostelana. Cierto que la ruleta nos puede deparar cualquier número, y que Santiago es una de las ciudades más lluviosas de España, solo superada por Donostia, con unos 140-150 días de precipitaciones al año.
Si hablamos de horas de sol, también está entre las menos afortunadas, con unas 1.950 al año; solo la superan, de nuevo, Donostia, las restantes capitales vascas y Santander.
Por lo tanto, la posibilidad de que te llueva es alta, aunque como la mayoría de peregrinos llegan entre Semana Santa y finales de octubre, aquí las cosas cambian, pues es sabido que las precipitaciones se concentran entre mediados de otoño y mediados de primavera.
También puede tocarte un año seco, incluido el invierno, o uno hiper lluvioso, como ha sido el otoño-invierno de 2019-2020, y que no hay garantía de ningún tipo, solo proyecciones estadísticas, para acertar con el mes idóneo (lógicamente, en verano habrá más oros). Lo importante es no desesperarse, porque no podemos olvidar que el agua es vida, verde, y a ella debemos los paisajes que nos han acompañado hasta la Praza do Obradoiro. Conviene asimismo saber que no es lo mismo un temporal de otoño o invierno, con aguaceros persistentes e intensos, que una tormenta de primavera o verano, o un chubasco, o un orballo, que en Galicia hay muchas palabras para designar los variados tipos de lluvia, en eso somos expertos
Lo importante es no desesperarse, porque no podemos olvidar que el agua es vida, verde, y a ella debemos los paisajes que nos han acompañado hasta la Praza do Obradoiro. Conviene asimismo saber que no es lo mismo un temporal de otoño o invierno, con aguaceros persistentes e intensos, que una tormenta de primavera o verano, o un chubasco, o un orballo, que en Galicia hay muchas palabras para designar los variados tipos de lluvia, en eso somos expertos.
Misteriosa regadeira
fino orballo no chán pousa
con feitiña curvadeira,
remollando na ribeira
frol por frol, chousa por chousa.
(Rosalía de Castro, Cantares Gallegos)
Si, como escribió Rosalía de Castro, la lluvia fina puede alcanzar una dimensión poética a lo largo del Camino, en Santiago, según un viejo eslogan, es nada menos que arte. Así lo atestiguarán quienes fotografíen la piedra del casco antiguo, aún mojada, con los primeros rayos del sol.
Un café, y esto lo saben muy bien los estudiantes universitarios de la ciudad, puede ser el perfecto refugio cuando la melancolía provocada por un día gris se apodera de los espíritus, y los bares y tabernas otro santuario para embelesar al cerebro a partir del estómago.
Además, la ciudad cuenta con una amplia oferta cultural, exposiciones, museos y otros eventos, precisamente para no estar ocioso y melancólico durante esos días de lluvia.
En última instancia, la lluvia puede ser un motivo que te impulse a regresar, porque al igual que compras la lotería de Navidad cada año, también tienes que probar suerte con Santiago; aquí la posibilidad de acertar es mucho mayor, supera el 50%. Así pues si llueve no te enojes, el santo quiere que vuelvas.