qué es el camino
A esta pregunta no se puede dar, hoy en día, una respuesta categórica, pues el Camino es, más allá de su historia y trazado físico, lo que tú mismo quieras que sea. Valgan unas pinceladas para centrar un poco la cuestión.
EL APÓSTOL SANTIAGO
Hablamos de un personaje histórico, pescador del mar de Galilea, hijo del Zebedeo y hermano de San Juan, discípulo predilecto de Cristo y miembro del colegio apostólico. Dado su carácter, el maestro lo llamó Boanerges, palabra aramea que quiere decir hijo del trueno. Su posición le hizo participar en importantes episodios de la vida de Cristo, entre ellos la Transfiguración del monte Tabor o la oración del Huerto de los Olivos.
Su predicación en Hispania carece de fundamento, y es una tradición que pretende justificar, a posteriori, la presencia del sepulcro. Los diferentes relatos lo hacen desembarcar en Cartagena u otros puertos del Mediterráneo, y recorrer gran parte de la Península fundando sedes episcopales. Entre las tradiciones locales gallegas se cuenta su paso por Padrón, donde predicaría en el Santiaguiño do Monte, y su llegada a Muxía, a donde la Virgen llegaría en una barca de piedra para anunciarle que debía regresar a Jerusalén. Un milagro similar, que dio lugar a un gran centro de culto, es el del Pilar de Zaragoza.
TRASLADO DE SU CUERPO A GALICIA
Santiago fue martirizado en torno al 41-44 d.C., en que Herodes Agripa I ordenó que fuese decapitado. A partir de aquí comienza la Traslación, que es el relato del viaje que sus discípulos hicieron con el cuerpo santo a través del Mediterráneo, y remontando la costa portuguesa, hasta la ría de Arousa y el Ulla, con desembarco en Padrón.
La versión definitiva de este viaje, repleto de aventuras y tretas tendidas por la pérfida reina Lupa, señora pagana de aquel lugar de arribo, integra otros dos lugares próximos a Padrón: Dugium (Duio, Fisterra), donde residiría el rey o legado que podía otorgar permiso de enterramiento, y de camino el puente de Nicraria (Negreira), y el monte Ilicino (Pico Sacro), en el que al final consiguen enyugar unos toros bravos para que tiren del carro que trasladaría el cuerpo hasta el Libredón, la futura Compostela.
DESCUBRIMIENTO Y VICISITUDES DEL SEPULCRO
La falta de noticias o tradiciones antiguas hace pensar a los historiadores que la ubicación de la tumba en la actual Compostela fue un proceso tardío, impulsado por la urgencia de la Reconquista (recordemos la figura del Santiago caballero o Matamoros), y que realmente sería Beato de Liébana quien, con sus escritos, acabaría justificando el hallazgo. Este tuvo lugar en tiempos de Alfonso II el Casto, rey de Asturias y Galicia, siendo Teodomiro obispo de Iria Flavia y Pelayo el eremita que había visto unas luces en aquel lugar, en torno al 830.
El rey se desplazó con su corte desde Oviedo, capital del reino, y mandó construir sobre el mausoleo una primera iglesia. Su sucesor, Alfonso III, la sustituiría por una mayor, destruida por el caudillo árabe Almanzor en la razzia de 997 y reconstruida poco después.
Por fin llega la hora de la construcción de la catedral románica que hoy conocemos, y entonces un acontecimiento que consideramos muy significativo, cuando el arzobispo Xelmírez destruye la parte superior del mausoleo para reformar el altar mayor, algo impensable si fuese una obra levantada por los discípulos como afirmaba la tradición, y además cierra la cripta a los fieles.
Tiempo después, ante la amenazadora presencia de las tropas inglesas de Francis Drake y John Norris (1589), que atacan A Coruña, el arzobispo Sanclemente oculta con nocturnidad las reliquias. De ellas no se vuelve a tener noticia hasta que el también arzobispo Payá y Rico manda excavar el subsuelo hasta que aparecen en 1879. Tras un proceso de verificación, su autenticidad fue confirmada por León XIII en 1884 (bula Deus Omnipotens), y la cripta volvió a ser accesible tal y como hoy la conocemos.
LA PEREGRINACIÓN EN LA EDAD MEDIA
No tenemos mucha información sobre cuál era el Camino que seguían los primeros peregrinos, desde fecha temprana procedentes de allende los Pirineos, tal es el caso de un clérigo germano y del obispo Godescalco de Le Puy, respectivamente llegados en 930 y 950. En el siglo XI, sin embargo, ya estaba expedito el Camino Francés. Otros itinerarios se van sumando al gran peregrinaje, sobre todo en la mitad norte, y con el avance de la Reconquista desde todos los puntos de la Península. En Europa también se configura una gran trama viaria que se canaliza a través de cuatro grandes vías en Francia, las de Tours, Vézelay, Le Puy-en-Velay y Arles.
Siempre se ha resaltado que el peregrinaje compostelano superó a los de Jerusalén y Roma en número, convirtiéndose en un fenómeno de masas, pero en los últimos años se ha puesto en entredicho aquella multitud que, en palabras del embajador árabe Ali ben Yusuf (1121), se desplazaba hacia Occidente. La principal pega es que Santiago era una modesta población, sin capacidad de acoger a tantos peregrinos, y que la cifra de medio millón de almas, estimada en los años santos, resulta exagerada.
DECAIMIENTO Y RESTAURACIÓN
Diferentes acontecimientos y coyunturas afectaron al flujo de peregrinos ya desde la Baja Edad Media: nuevas ideas y formas de piedad, revoluciones, guerras, pestes…
En el siglo XVI la Reforma, pues Lutero combatía con ardor las peregrinaciones y su provecho, causó un gran quebranto al santuario compostelano, pero la Contrarreforma lo vuelve a exaltar, y es entonces cuando nacen la catedral y la ciudad barrocas, una pura exaltación triunfal de las glorias de la Religión. A los peregrinos se suman entonces un gran número de pícaros y mendigos profesionales, tantos que hubo que regular el uso de la indumentaria de romero y la estancia máxima en los hospitales y la ciudad de Santiago.
Un segundo declive, aparentemente definitivo, se prolonga tras la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas durante el siglo XIX. El liberalismo burgués no congenia con esta forma de piedad popular, las desamortizaciones acaban con monasterios, conventos y obras pías que sostenían los hospitales, y la revolución de los transportes convierte el caminar en oficio de menesterosos.
Cuando los peregrinos parecían ser una imagen del pasado, tocando fondo en el año santo de 1869, los arzobispos Payá y Rico y Martín de Herrera consiguen reavivar la llama de la devoción jacobea. Tras la Guerra Civil y la Dictadura franquista, en que la figura del apóstol Santiago vuelve a ser utilizada en beneficio del poder, el último renacimiento, en el que nos encontramos inmersos, principia tímidamente en la Postguerra europea. Entonces se vuelven a valorar las raíces comunes del continente, los valores que en su día fraguaron Europa, y a cuentagotas comienzan a llegar peregrinos que realizan una larga travesía a pie. La primera asociación jacobea es fundada en París en 1950.
En los años 80 una figura providencial, Elías Valiña, párroco de O Cebreiro, se convirtió en catalizador y animador de este proceso, a la vez que en inventor de la flecha amarilla. Las asociaciones de Amigos del Camino, herederas de las cofradías de Santiago, colaboraron con él y continuaron su obra.
Un salto cualitativo tiene lugar tras las dos visitas, en 1982 y 1980, del papa Juan Pablo II a Santiago, pero el cualitativo se debe a la iniciativa de la Xunta de Galicia, gobernada por Manuel Fraga Iribarne, al crear el proyecto del Xacobeo, que se estrena en el año santo de 1993.
Desde entonces y hasta el presente, el Camino ha experimentado un continuado crecimiento en el número de peregrinos, pero también una mutación substancial en el campo de las motivaciones, ya que una nueva concepción turística hace acto de presencia y se va imponiendo con el nuevo milenio. Esta circunstancia explica que hayan crecido tanto la experiencia de corto recorrido como la multiplicación de itinerarios, algunos de ellos de nula relevancia histórica, y que haya surgido la figura del turigrino.
Es posible que actualmente estemos en una encrucijada que pueda acabar definiendo el futuro de esta milenaria peregrinación, en la que ahora cohabitan dos mundos dispares, y también los años en que el intensivo aprovechamiento comercial y turístico del Camino de Santiago pueda comenzar a dar muestras de agotamiento.
LAS ESTADÍSTICAS
Es cierto que solo tenemos un cómputo aproximativo desde 1993, pues con anterioridad el sistema de registro era aún precario, ofrecido por la Oficina de Peregrinación de la catedral de Santiago. No obstante, las cifras recogidas desde 1986 si plasman el crecimiento, con un incremento un tanto artificial en los años santos por la presencia de grupos organizados
El siguiente cuadro refleja la fulgurante evolución, a partir de los 2.491 peregrinos contabilizados en 1985-1986, hasta los 347.578 de 2019, con picos en los años santos de 1993, 1999, 2004 y 2010:
EL PERFIL DEL PEREGRINO
No hay estudios rigurosos que establezcan con claridad las motivaciones de los peregrinos, en gran medida porque nosotros mismos no somos claros en las respuestas, y en muchas ocasiones se llega al Camino con una idea, y a lo largo de la ruta va cambiando.
Dentro del concepto medieval del homo Viator, peregrino de este mundo hacia la meta eterna, el viaje se hacía por devoción, para cumplir una promesa o con carácter penitencial, si bien es cierto que la aventura siempre fue un importante aliciente, y que también hubo peregrinos profesionales, políticos, condenados por tribunales o pícaros.
En la época actual, la dimensión religiosa y católica del peregrino dio paso a una concepción, desde los años 80, más europeísta y ecuménica, puramente cristiana. Poco después, con la globalización también han desembarcado en el Camino otras interpretaciones más propias de una espiritualidad difusa, partícipe del gnosticismo, las corrientes new age y otras ideas que cada uno consume a la carta. El libro de Paulo Coelho, que a tantos peregrinos ha iniciado en la magia del Camino, estaría en esta onda.
Las respuestas de los peregrinos, cuando se les pregunta por la causa para hacer el Camino, también aluden a argumentos deportivos, culturales, de búsqueda interior, aprendizaje, encuentro con los demás, superación, ecología, etc.
Con el nuevo milenio desembarca a gran escala en el Camino el aprovechamiento turístico, que se rige por criterios de promoción, venta y rápido consumo: nada que ver con la concepción tradicional de los peregrinos, a través de una ruta sagrada, y si con el turismo verde, cultural, senderista o experiencial.
Una de las grandes novedades del nuevo milenio ha sido la internacionalización del Camino de Santiago, que ha adquirido un gran prestigio ya no solo en Europa, sino en otros países de América, Asia y Oceanía. Desde 2012 los extranjeros superan a los españoles en el cómputo global, y entre los principales países de procedencia hay algunos a priori “exóticos”, fenómeno que se debe al boca a boca, en primera instancia, pero también a modas generadas por libros (Paulo Coelho, Hape Kerkeling, Kim Nam Hee), programas de tv o películas como The Way (Emilio Estévez, 2010).
Sin introducir los españoles, que en 2019 fueron 145.350 peregrinos, las que siguen son las 19 nacionalidades con mayor presencia en el Camino:
Un dato que se nos antoja muy relevante, y que confirma el cambio de era, es que a partir de 2018 las mujeres han comenzado a superar en número a los varones, actualmente un 51,15% frente a un 48,85%. Esto es algo que no había ocurrido nunca en la historia de la peregrinación.
Otras variables también marcan una tendencia, así la preponderancia de la peregrinación a pie frente a los que utilizan la bicicleta (medio casi residual) o el aumento imparable del peregrinaje de corto recorrido, que se limita a cumplimentar los últimos 100 km exigidos para obtener la Compostela, asociado a la falsa idea de un “Camino completo”. Como consecuencia de lo anterior ha descendido mucho la distancia media recorrida por cada peregrino, que sí en 2006 era de 472 km, en 2019 ha pasado a 304 km.
Asistimos, por lo tanto y si atendemos a la duración, a un peregrinaje de tres tipos: el de larga distancia, que se mantiene entre los extranjeros, con recorridos de en torno a un mes e inicio en Pirineos, País Vasco, Sevilla o Lisboa; la media distancia, en torno a los 300-400 km, en la que se emplea alrededor de medio mes; y la corta distancia, inferior a una semana, hoy en día mayoritaria. Al respecto un dato significativo: el 53% de los peregrinos de 2019 solo ha pisado Galicia.
MIL Y UN CAMINOS
Si el aprovechamiento turístico intensivo ha generado masificación en ciertos tramos y épocas del año, sobre todo en las proximidades de Santiago, otro de los fenómenos recientes ha sido el de la multiplicación desmedida de los caminos supuestamente jacobeos.
Poseídos por la fiebre de la flecha amarilla, en realidad del oro, e intentando legitimar los itinerarios de forma caprichosa y acientífica, cada día aparecen nuevas rutas, enlaces y variantes entendidas más como una oferta de supermercado que como un serio proceso por recuperar vías históricas de peregrinación. No hay más que revisar los nombres de algunos de estos caminos para darse cuenta de que estamos ante operaciones de marketing, cuyo interés último es beneficiar a los lugares por los que pasa la riada peregrinatoria y turística.
Nuestro criterio ha sido el de recoger los caminos oficialmente reconocidos, porque la cantinela del todo vale, y de que los caminos los hacen los peregrinos, no responde al criterio con el que se han recuperado las vías jacobeas en las últimas décadas. Un Camino de Santiago no puede ser tal si no está fundado en la persistencia del tránsito de peregrinos a lo largo del tiempo, con el apoyo de una infraestructura viaria, de acogida y devocional consistente e igualmente perdurable. De nada vale que un peregrino caprichoso, fuese Herman Künig o Diego de Torres Villarroel, lo recogiese en una guía o diario, porque un grano no hace granero. Ahora, al parecer, estamos aplicando el concepto liberal de la autorregulación del mercado, la libre competencia entre destinos y el recurso a la publicidad para captar clientes del modo que sea, esto es, el todo vale.
De lo anterior se comprende que el Camino Francés, que en los primeros años del milenio aún acaparaba el 85% del total de peregrinos, en el presente ha bajado al 54,6%. En la situación opuesta se encuentra el Camino Portugués, que ya acapara el 27,2% del total y creciendo imparable con la ayuda del aeropuerto internacional de Porto.
TIEMPO DE JUBILEO
Se suele afirmar que Calixto II instituyó en 1122, cada vez que la festividad del apóstol del 25 de julio cayese en domingo, el año jubilar compostelano o año santo, que sería confirmado por Alejandro III mediante la bula Regis Aeterni (1179). Al igual que ocurre con la Puerta Santa, parece que este privilegio para ganar la indulgencia plenaria también fue copiado de Roma, donde se instituyó en 1300, y que hasta 1434 no se documenta su celebración en Santiago.
Más allá del origen, la periodicidad ha quedado establecida cada 6-11-6-5 años, y el próximo Jubileo, tras el intervalo largo desde 2010, tocará en 2021; los siguientes en 2027, 2032, 2043, etc.
La indulgencia plenaria tiene un carácter sacramental, y en los años santos prolifera la llegada de grupos puramente católicos de asociaciones, cofradías, parroquias o colegios, haciendo cambiar por completo el estilo de los años ordinarios e incrementando mucho el número. En este tiempo también aumenta el número de españoles frente a los extranjeros.
Se puede ganar la indulgencia plenaria aunque no se peregrine a pie, pues basta con visitar la catedral, comulgar y rezar por las intenciones del Papa, y confesarse 15 días antes o después de hacerlo.
CAMINO Y META
La meta es partir. (Giuseppe Ungaretti)
Si el principal valor de la ruta jacobea fuese la meta, carecería completamente de sentido completar a pie tan largos recorridos. De hecho, los peregrinos burgueses del siglo XIX seguían llegando a la basílica, pero en tren o diligencia. Por lo tanto, el haber recuperado un viaje tan lento y a menudo fatigoso no solo responde a un sentimiento historicista y romántico, o a un gusto por hacer senderismo, sino también a una nueva forma de entender el sentido del peregrinaje.
El Camino de Santiago poco tiene hoy que ver con las rutas que conducen a otros santuarios católicos famosos, donde también hay peregrinos que van caminando, por ejemplo a Fátima (Portugal) o Guadalupe (México). En nuestro caso la meta, en muchos casos, se ha convertido tan solo una disculpa para hacer el Camino, que es realmente lo que importa.